Es una crítica acompasada de La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón (Editorial Planeta):
http://lectoriracundo.blogspot.com/2010/08/el-cuesco-del-viento-critica-acompasada.htmlUna selección de perlas:
Pág.43: «Al último interfecto que me vino con eso [...] le vendí un Fuenteovejuna firmado por Lope de Vega a bolígrafo», hay que ser un crack para venderle un libro a un muerto.
Pág.177: Sobre una puerta cerrada, por supuesto, «en las narices»: «-Me parece una corriente de aire –dije. –O de otra cosa –apuntó el portero», sin duda un potente cuesco.
Ibídem: Se trata de un nuevo anciano. Transcribo esto para que contemple el lector qué profundos misterios es capaz de entretejer Zafón: «Fíjese usted que parece que han encontrado la verdadera sábana santa en pleno centro de Sardanyola. La habían cosido en la pantalla de un cine, para ocultarla de los musulmanes, que la quieren usar para decir que Jesucristo era negro. ¿Qué le parece?». Me parece que Zafón debería ser capturado, atado, amordazado, embreado, emplumado, pasado por la túrmix, ensacado, encadenado, criogenizado, arrojado al interior de un cohete espacial y certificado por correo sideral al agujero negro más próximo.
Pág.303: «El interfecto» «procedió a dispensar una ventosidad de formidable contundencia»; pasaje con el que, según The Philadelphia Enquirer, Zafón «aventaja a Dickens»; que Sunday Times califica de «escritura sublime» y Le Figaro como «erudito y accesible a todo el mundo».
Ibídem: Aparece un sujeto «armado con barbas de profeta», pues cómo no las use de látigo... El caso es que el sujeto profetiza: «Juanito sólo sabe tirarse pedos»; en verdad le corresponde el profético atributo, piensa el lector. Sempere lo llama «anciano filósofo»; es cierto que recuerda un poco al excelso Pedócrates.
Pág.449: A Sophie Carax «Benarens había decidido acogerla con los brazos, y las gónadas, abiertos y a toda vela». Nada como un buen par de testículos abiertos para retomar el tono de esta gran obra. Aunque el lector piense mal, es obvio que Zafón utiliza la bella imagen de unas gónadas abiertas para capturar el doble de viento al ponerlas «a toda vela». Sin embargo, resulta sorprendente que fuese el hombre el que efectuase una apertura genital; imagine el navegante a Sophie Carax: «Hey, nene, ábrete de gónadas». Imagine a la crítica aplaudiendo esta apertura de gónadas que atrapa el viento.