Pues eso, después de que por enésima vez me dijeran que lo leyera, que es un must de esos y que bla bla bla ... pues voy a descargar algún libro del borrachuzo a ver que se cuenta...
qué recomendáis ? novela, cuentos o ensayos.... nada de poesia

Bukowsky no sé, pero el Madrid debería fichar a Lewandowsky. Benzema tiene clase pero le falta instinto asesino.

Cuentos, o novelas como La Senda del Perdedor o Cartero recuerdo que estaban muy bien.

Yo es que siempre me pareció muy destroyer, así que lo sigo mucho, pero no he tenido la oportunidad de leer sus libros.

Yo se que escribia guarreridas.

Ostia, habia leido Berlusconi...maemia...por un segundo pensé que "il cavalieri" habia escrito sus memorias.

No eres el primero.

En mi caso son los porros, que me nublan la vista. Y eso que cada vez los hago con dosis más homeopáticas.

LA máquina de follar.

Yo es que entre los malditos era más de Jean Genet. Para mí era un must vivir en una pensión de la calle Carmen, junto a las Ramblas y el Paral·lel, escenario de sus cochinadas, y también leía a Artaud, aunque se me hacía duro. Luego ya, que si el Trópico de Cáncer (o el de Capricornio, no sé), de la generación beat, el más light, Kerouak, que está bien. Y Salinger. El gran Salinger. El inconmensurablemente grandioso Salinger. La puta regadera de Salinger ¿sigue vivo? El autor más vendido y antisistema avant-la-lettre. Un autor de snuff gay de cuyo nombre ya no me acuerdo. Estaban bien: semen, sexo, drogas, sierras, sangre entre retoños de la aristocracia de California.

Es casi toda mi mochila del género maldito. Para todo lo demás: las solapas de los libros y eso.

¿Salinger es maldito o no es maldito?

el guardián entre el centeno es mierda, son los restos descompuestos de dos menús big mac y una noche de alcohol y farlopa

Prefiero Franny y Zooey, pero me mola todo lo de Salinger.

Bujoski está sobrevalorado.

¿Y Salinger?

A ese mierdas no llegué ni a leerlo. Antes me trago una mierda al peso de Salvatore que un párrafo del pajillero de Salinger.

Yo es que hice un curso de cine, me compré una Canon Super8 y, como entonces me molaba Salinger, hichimos una adaptación de Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción que titulé: Gilesa.

Fue diver lo de la cámara. Una anécdota. Por entonces ocurrió lo del Atraco al Banco Central y, como tenía la cámara, pos hala, me fui pallá, a filmarlo, a la aventura. Entre el barullo del gentío tras el cordón policial, con las dos manos ocupadas, de pronto noto... ¡joder, que me están sobando el paquete! El caso es que bajé la mirada y vi que le frotteur había puesto un peródico delante. Un profesional con manos prodigiosas que me masajeó divinamente. Luego ya intentó otras acrobacias y como que yo ya no... Así que me fui al otro extremo de la plaza, con mala visión para seguir filmando. No habían pasado dos minutos y ya estaba encima el sobón.

Es mi única incursión en el videoperiodismo de sucesos.