Los astrofísicos llevaban mucho tiempo con la mosca detrás de la oreja. Desde el descubrimiento de Urano, para ser exactos. Urano se descubrió de la forma tradicional, a base de telescopio. Pero las observaciones de su órbita revelaban que había más. Con los datos en la mano, los astrónomos enchufaron sus telescopios y descubrieron Neptuno. Y la órbita de Neptuno y las mediciones revelaban que aún había más, y entonces se descubrió Plutón. Pero como bien nos recordaron, la masa de Plutón no era suficiente para justificar las anomalías orbitales mostradas por Neptuno, así que tenía que haber más. Luego llegaron los descubrimientos de Eris, Makemake y Haumea, pero todos ellos eran muy pequeños para justificar los desfases. Por eso se elaboró la categoría de planeta enano donde se metieron a todos estos y a Ceres. En general, se descubrieron un montón de objetos más allá de Neptuno, en lo que se denominó como Cinturón de Kuiper, a semejanza del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. Pero el planeta gordo siguió siendo esquivo, mayormente porque está muy lejos y su albedo ha de ser insignificante, y porque el cielo es muy grande. Además, basta con que su órbita esté desfasada con respecto a la elíptica para que el tema sea como buscar una aguja en un pajar.
En 1997 se lanzó al espacio la sonda Cassini-Huygens con dirección a Saturno, el cual alcanzó siete añazos después. Saturno es un lugar muy molón, no sólo por su anillos, que por supuesto, sinó por sus lunas. Bueno, llamar 'luna' a Titán, por ejemplo, es un poco despectivo. Titán es la mitad más grande que nuestra luna, e incluso es más grande que el planeta Mercurio. Titán tiene atmósfera, aunque sea de nitrógeno, y tiene rios, lagos y mares, aunque sean de metano. Las imágenes que nos ha enviado la sonda de su superficie son mucho más impresionantes que cualquier peli de ciencia ficción, porque son reales.
Pero vuelvo al tema. Tras once años en órbita alrededor de Júpiter, la Cassini ha tenido tiempo más que de sobra para recabar datos de la órbita de Saturno y su sistema lunar, y de nuevo los fríos números dicen que tiene que haber algo ahí afuera muy gordo para justificar las anomalías. Es más, las mediciones de la Cassini nos permiten reducir la zona de búsqueda. Lo malo es que a la sonda Cassini le queda poquito de vida. El próximo año se suicidará contra la atmósfera de Saturno. La única alternativa es que este año llega la sonda Juno a la órbita de Júpiter, que ya quedará más alejada del exterior del sistema solar, pero sus mediciones pueden servir para afinar más la búsqueda de nuestro planeta oculto.
Eso si, que nadie se flipe. Las mediciones indican que hay algo por ahí rondando, pero hasta que no se detecte de verdad, no existe. Aún hace falta la confirmación visual.
http://danielmarin.naukas.com/2016/02/24/detectando-el-noveno-planeta-con-la-sonda-cassini/